No le tengo miedo a la soledad

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Este artículo ha sido escrito por Chloe Carmichael, PhD. Chloe Carmichael es psicóloga clínica licenciada y dirige una consulta privada en Nueva York. Con más de una década de experiencia en consultoría psicológica, la Dra. Chloe está especializada en problemas de pareja, gestión del estrés, autoestima y orientación profesional. También ha impartido cursos de licenciatura en la Universidad de Long Island y ha sido profesora adjunta en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. La Dra. Chloe completó su doctorado en Psicología Clínica en la Universidad de Long Island en Brooklyn, Nueva York y su formación clínica en Lenox Hill Hospital y Kings County Hospital. Está acreditada por la American Psychological Association y es autora de “Nervous Energy: Harness the Power of Your Anxiety” y “Dr. Chloe’s 10 Commandments of Dating”.

A nadie le gusta sentirse solo, pero a veces forma parte de la vida. Puedes experimentar la soledad por el fin de una relación, o simplemente por pasar una tarde sola en casa. Sin embargo, si vives con miedo a la soledad y haces cosas extraordinarias para evitar experimentarla, quizá te beneficie examinar tus miedos y enfrentarte a ellos. También podría ser útil encontrar algunas formas de disfrutar de su tiempo a solas más de lo que lo hace ahora.

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¿Es normal no sentirse solo?

Resulta que algunas personas son menos susceptibles a la soledad cuando están solas. O, más concretamente, algunas personas ya han vivido la conclusión de un estudio reciente: que pasar tiempo con otras personas no es la única forma de sentir un sentimiento de pertenencia.

¿Cómo se llama el miedo a la soledad?

El miedo a la soledad, también llamado monofobia o autofobia, es esencialmente una preocupación por estar solo.

Odio estar solo

-Carlo Dossi-¿Por qué tienes miedo a estar solo?Sientes miedo a estar solo porque eres un ser humano y, como tal, has llevado esta carga de información durante millones de años, aunque esos peligros reales ya no estén presentes. Además, la sociedad, la educación y la cultura contribuyen a reforzar ciertas creencias irracionales sobre la soledad.La sociedad tiene tendencia a pensar que si alguien tiene 40 años y vive solo, algo va mal. Sin embargo, hay que darse cuenta de que el problema central tiende a ser la creencia que lo rodea. En otras palabras, el problema no es la soledad en sí, sino lo que se dice de ella, cómo se interpreta y el significado que se le da.

Me gusta estar solo

Muchas personas luchan contra el miedo a estar solas, y puede ser agotador emocionalmente. Incluso quienes se consideran de carácter fuerte pueden tener dificultades con este miedo. La duda puede apoderarse de uno mismo y la autoestima puede verse mermada por el miedo a la soledad.

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El miedo a estar solo es similar a un efecto dominó, en el que una mala experiencia puede llevar a preocupaciones a largo plazo sobre la soledad. A su vez, estas preocupaciones pueden expandirse hasta convertirse en depresión o ansiedad. Este mismo efecto dominó negativo puede afectar también a áreas de tu vida que son más positivas, lo que significa que un cambio en un área de la vida puede repercutir en todo lo demás. En tu subconsciente, puedes estar pensando que algo horrible se te viene encima, lo que puede provocar miedo a la separación.

Cuando las personas tienen experiencias negativas, su cuerpo recoge información sobre la situación, creando una sensación de malestar. Estas emociones pueden empezar a seguir al malestar físico inicial mientras el cerebro empieza a pensar en resultados negativos. Esta misma sensación y las emociones que la acompañan entran en modo de prevención para evitar sentir lo mismo algún tiempo después.

Miedo a quedarse solo tras una ruptura

La soledad, que es mucho menos satisfactoria, se produce cuando anhelamos necesidades sociales y emocionales que no están cubiertas. Es cuando echamos de menos ser importantes para los demás, independientemente de que estemos solos o vivamos con alguien.  La soledad social se siente cuando no tenemos un confidente y somos incapaces de obtener apoyo de compañeros, colegas, familiares o amigos.  La soledad emocional es más probable cuando falta intimidad en las relaciones estrechas y exclusivas con la pareja, los padres o los hijos. La soledad, en sus distintas formas, puede conducir a la desesperación y la depresión.

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Cuando empezamos a creer que no tenemos ningún control sobre lo que ocurre y que lo único que podemos hacer es aceptar nuestro destino o renunciar a intentarlo, es un signo de impotencia. Sin embargo, lo que se necesita es un recordatorio de que “esto también pasará”. Analiza cuidadosamente lo que estás pensando y desafía activamente estas ideas y disputa los patrones de pensamiento negativos. Cuando tomas conciencia de tus sentimientos y reconoces los patrones de los pensamientos -al tiempo que entablas un diálogo contigo mismo que te saca de lo que puede ser una espiral descendente de impotencia aprendida y tristeza-, tu salud mental mejora.

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