Mi tierno libro de torero
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Una drag queen envejecida y un guerrillero se convierten en improbables compañeros de cama en el drama chileno Tengo miedo torero. Esta adaptación de la novela esencial de Pedro Lemebel ha sido convertida en su mayor parte en una atmosférica pieza de cámara por el guionista y director Rodrigo Sepúlveda (Aurora), que dirige al gran actor chileno Alfredo Castro (Tony Manero) en una interpretación de finos matices como el protagonista sin nombre (al que en el libro se refieren como “Reina de la esquina”).
Tras su participación el año pasado en el drama fantástico carcelario El príncipe, que se estrenó en la Semana de la Crítica de Venecia, Mi tierno matador, que se estrena en la sección Giornate degli autori del festival, es el segundo papel importante de Castro en otros tantos años que se estrena en el Lido. Debería ayudar a poner este título en el radar de los festivales y distribuidores LGBTQ y podría, dada la visibilidad de Castro y el contexto histórico y político de la película, encontrar también un público algo más amplio y general de aficionados al cine de autor.
La historia se desarrolla en los prolegómenos del atentado contra Pinochet perpetrado en 1986 por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Pero esta adaptación, escrita por Sepúlveda y Juan Tovar y basada en un guión del fallecido Lemebel, ignora en gran medida las partes de la novela que tratan directamente del General para concentrarse en la crónica más pequeña y conmovedora de dos forasteros que se encuentran juntos casi por accidente.
Resumen de la trama de Mi tierno matador
En uno de los barrios pobres de Santiago, una travesti gay que se hace llamar La Reina de la Esquina (Alfredo Castro) se gana la vida haciendo manteles y sábanas para los ricos. En su sórdido piso, escucha música de boleros para ahogar el ruido de los disturbios civiles y los tiroteos.
Cuando la policía asalta un espectáculo de travestis al que asiste La Reina, los artistas mueren tiroteados y el público se dispersa perseguido por la policía. La Reina se salva de la detención gracias a un joven que la saca de la calle y finge que están juntos. La Reina queda inmediatamente prendada del hombre, que dice llamarse Carlos (Leonardo Ortizgris). Carlos es un miembro activo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y, tras entablar amistad con La Reina, utiliza su apartamento para guardar misteriosas cajas y celebrar reuniones del grupo. Ella se siente atraída por él, su atracción es inmediata e intensa, mientras que el interés de él por ella parece más tentativo.
La Reina es una homosexual envejecida en un lugar donde simplemente existir como ella misma es un acto revolucionario y un crimen. Carlos siente verdadero afecto por ella, pero también se aprovecha de sus sentimientos hacia él para promover su causa, ya que la arrastra a su órbita política, poniéndola en grave peligro. Ella parece ajena a este riesgo, ya que está enamorada del apuesto joven.
Mi tierno matador libro pdf
La versatilidad de Alfredo Castro no debería darse por sentada, pero ¿cómo no hacerlo cuando no deja de ofrecer una actuación redonda tras otra? Aquí es la anónima “Reina de la esquina”, una mujer transexual sin un ápice de autocompasión que vive al margen de la sociedad. Se gana la vida haciendo bordados para las esposas de los peces gordos del ejército (mientras trabaja de vez en cuando en un cine para adultos) y vive en un gran apartamento destartalado en una calle en decadencia, pero su verdadera vida es salir por la noche con sus compañeras en un bar de travestis clandestino. Una noche, la policía hace una redada en el local y disparan a la artista; la Reina escapa y es protegida inesperadamente por Carlos (Leonardo Ortizgris), un tipo de aspecto muy hetero que destacaba como un pulgar dolorido en el bar.
Cuando Carlos se presenta en su apartamento poco después, la Reina no sabe muy bien por qué se muestra amistoso. Sabe que no es sexual, pero disfruta de la atención. Él le pregunta si puede guardar unas cajas de libros de arte en el destartalado apartamento, y ella accede, aunque al día siguiente, cuando él aparece con la estirada Laura (Julieta Zylberberg), la Reina se da cuenta de que lo que hay en las cajas no son libros de arte. Está claro que la ha visto porque sería una buena tapadera, pero para la Reina las cajas representan una conexión con Carlos y, además, ella es apolítica, así que le da igual una cosa que otra.
Tengo miedo torero
Los insultos requieren más flexibilidad por parte del traductor. A menudo proceden de un mal uso del léxico o de la jerga. En Lemebel, el insulto sirve para designar al personaje. La apuesta es la de una reapropiación. “La Loca” resignifica los insultos. A partir de ahí, la nominación, inicialmente estigmatizante, se convierte en potenciadora. En este juego, la palabra “maricón” es la gran ganadora. Alexandra Carrasco la traduce como “pédé” (“maricón”) o “tapette” (“maricón”) a su elección, como en esta acumulación que escanea el insulto para demostrar mejor el paso de la vergüenza al orgullo, del estigma a la identidad empoderadora:
Esta anáfora muestra claramente el modo en que Lemebel procede a resignificar un término originalmente ofensivo y estigmatizante: su iteración anafórica seguida de fórmulas metafóricas líricas (“una mano volantín”/”una mano cometa”; etc.) permite cancelar el insulto contenido en la palabra, revitalizarla infundiéndole un nuevo significado. Así lo explica Butler en El poder de las palabras: